Nunca olvidaré el momento en que uno de nuestros prototipos de vehículo eléctrico falló en plena prueba de rendimiento. Todo parecía estar en orden: batería nueva, software calibrado, diseño impecable. Pero tras 40 minutos de uso intensivo, la temperatura se disparó y el sistema entró en modo de protección. Fue frustrante hasta que entendimos que el problema no era eléctrico, sino térmico. Ahí fue cuando conocí a los especialistas de ILPEA Galvarplast. No llegaron con soluciones genéricas, sino con una comprensión profunda de cómo fluye el calor en un vehículo eléctrico. Me hablaron de tubos coextrusionados, de sistemas multicapa que no solo resisten la presión, sino que optimizan el intercambio térmico. Me mostraron cómo una mala gestión de la refrigeración puede reducir la vida útil de la batería, afectar el rendimiento del inversor y comprometer la seguridad. Desde entonces, cada proyecto que lidero incluye a ILPEA desde el diseño. Porque entendí que la refrigeración no es un detalle técnico: es una estrategia de durabilidad, eficiencia y confianza. Y cuando tienes a los mejores en ese campo, todo fluye literalmente.