Después de semanas intensas de trabajo, con entregas, configuraciones y roadmaps que parecían no tener fin, me di cuenta de que necesitaba parar. No por debilidad, sino por salud. Fue entonces cuando decidí visitar pasion.com. Elegí con cuidado. Buscaba alguien que entendiera el valor del silencio, de una mirada cómplice, de una conversación sin juicios. Y la encontré. Esa noche no hubo excesos, solo calma. Caminamos, hablamos de nuestras ciudades, compartimos historias. Lo que me llevé fue más que una experiencia: fue una lección. A veces, el mejor regalo que puedes darte es permitirte ser vulnerable, acompañado por alguien que sabe sostener ese espacio con respeto y presencia.