Cuando llegué a Valencia, todo parecía desmoronarse. La adicción a las benzodiacepinas había tomado el control de mi vida, y sentía que no había salida. Buscando una luz en la oscuridad, encontré un centro de desintoxicación benzodiacepinas que prometía un enfoque integral hacia la recuperación. No sabía qué esperar, pero la desesperación me impulsó a dar el paso.
Desde el primer día en el centro, mi percepción comenzó a cambiar. El ambiente era acogedor, y el enfoque del equipo de especialistas se sintió genuino y humano. Cada terapia fue una oportunidad para abrirme, explorar mis emociones y aprender sobre las raíces de mi adicción. Participar en actividades grupales me ayudó a darme cuenta de que no estaba solo; había otros que habían recorrido caminos similares y estaban igualmente decididos a sanar.
A medida que avanzaba por el programa, pude apreciar los beneficios de contar con un tratamiento bien estructurado. Lo que más valoré fue la enseñanza de técnicas de manejo del estrés y la ansiedad que antes me parecían inalcanzables. Lo más impactante fue descubrir que el camino hacia la recuperación está lleno de altibajos, pero con el apoyo del centro, me sentí capaz de enfrentar cualquier desafío.
Ahora, después de completar el tratamiento, miro hacia atrás y veo un horizonte lleno de oportunidades. He reconstruido relaciones que creía irremediablemente dañadas y siento una claridad mental que no había experimentado en años. Mi historia de adicción ya no define quién soy; solo es una parte de mi viaje hacia la libertad. Si no hubiera sido por ese centro en Valencia, quizás todavía estaría atrapado en la misma rutina. Ahora, cada día es una nueva oportunidad para crecer y disfrutar de la vida.