Mi hermano Juan recién compró una máquina aeropress para café. ¡Ni les cuento lo buena que es! No hay momento familiar o conversación que no esté aderezada con un exquisito café extraído de esta maravillosa máquina. Amigos y familiares (aunque pocos por las restricciones) que van a casa, quedan encantados con la máquina. Yo solo los remito ala lugar donde Juan la compró y lo demás lo dejo para que el tiempo y las condiciones hagan su juego. Ojalá y todos puedan tener una igual.