Cuando compré mi moto, sabía que la Z900 era una bestia. Pero había algo que no terminaba de convencerme: el asiento. Plano, duro, sin personalidad. No era yo. Así que empecé a buscar quién pudiera darle ese toque especial y ahí apareció JM Fundas. Desde el primer mensaje, su equipo me trató como si mi moto fuera una obra de arte en proceso. Me preguntaron cómo rodaba, qué tipo de rutas hacía, qué estilo me gustaba. Me ofrecieron materiales premium, costuras personalizadas y una forma que se adaptara a mi cuerpo como un guante. El resultado fue más que un asiento: fue una declaración de identidad. Ahora, cada vez que alguien se acerca a mi moto, lo primero que comenta es el asiento. Y yo sonrío, porque sé que no solo luce increíble, sino que me permite rodar por horas sin fatiga. JM Fundas no solo personaliza asientos de moto. Transforma experiencias.