Desde que era pequeña, siempre soñé con explorar el mundo. Recuerdo pasar horas mirando mapas y leyendo sobre culturas diferentes. Sin embargo, sabía que para lograr mis sueños, necesitaba una educación que me preparara adecuadamente. Fue entonces cuando mis padres decidieron inscribirnos en uno de los mejores colegios privados en Chihuahua que ofrecía un programa de educación bilingüe canadiense. Al principio, confieso que tenía un poco de miedo. Nunca había estado en un entorno tan académico y enriquecedor. Pero desde el primer día, me di cuenta de que había tomado la mejor decisión. Los docentes eran apasionados y estaban comprometidos no solo con enseñarnos sobre matemáticas o ciencias, sino también con abrirnos la mente a nuevas perspectivas. Aprender en un ambiente donde se hablaba tanto el español como el inglés me permitió comunicarme efectivamente con compañeros y profesores. Además, cada clase era una aventura; a través de proyectos, discusiones y juegos, me sumergí en el idioma inglés, a tal punto que el acento y la gramática se volvieron naturales para mí.
Los beneficios de estudiar en un colegio con un enfoque canadiense fueron más allá del idioma. Cada año, teníamos la oportunidad de participar en intercambios culturales y salidas educativas, donde conocimos a estudiantes de otros países. Estas experiencias no solo enriquecieron mi conocimiento, sino que también fomentaron amistades que aún mantengo. Aprendí a valorar la diversidad y la inclusión, un principio fundamental en la educación canadiense. El balance entre la educación formal y el bienestar emocional fue, sin duda, lo que más me impactó. Nuestros docentes no solo eran grandes maestros, sino también mentores que estaban siempre dispuestos a escucharnos y guiarnos. Eso me ayudó a crecer en confianza y a desarrollar mis habilidades sociales, algo vital en la vida. Sin darme cuenta, ese colegio privado se convirtió en el hogar donde finalmente entendí que la educación no solo se trata de adquirir conocimientos, sino también de formar la identidad y la manera de ver el mundo.
Hoy, cuando miro hacia atrás, veo cómo cada paso en ese camino me ha llevado a donde estoy. Ser parte de uno de los mejores colegios privados de Chihuahua, con su enfoque en una educación bilingüe canadiense, fue la clave que abrió muchas puertas en mi vida. Estoy agradecida de haber tenido esa oportunidad, y sé que no solo se formaron mis competencias académicas, sino también mi carácter y visión de futuro.